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Duelo traumático: cuando la pérdida duele más allá de lo esperable

El duelo es una experiencia universal, pero no siempre transcurre de forma natural o adaptativa. En algunos casos, la pérdida viene acompañada de circunstancias tan dolorosas, inesperadas o violentas que superan los recursos emocionales de la persona. Es entonces cuando hablamos de duelo traumático.

¿Qué lo diferencia de un duelo común?

El duelo traumático no solo implica la ausencia de la persona que ha fallecido, sino también una herida emocional profunda provocada por las condiciones en las que se produce la pérdida: muertes súbitas, accidentes, suicidios, homicidios o pérdidas en contextos de violencia o negligencia médica, entre otras.

Este tipo de duelo puede ir acompañado de síntomas que recuerdan al trastorno por estrés postraumático (TEPT): imágenes intrusivas, evitación, hiperactivación o incluso disociación. Además, puede afectar de forma intensa la identidad, las relaciones y la percepción del mundo como un lugar seguro.

Señales de alarma

Aunque cada persona vive el duelo de forma única, existen algunas señales que pueden alertar sobre un duelo traumático o complicado:

  • Revivir de forma constante el momento de la pérdida.
  • Evitar hablar del fallecido o de lo ocurrido.
  • Sentimientos persistentes de culpa o vergüenza.
  • Bloqueos emocionales o dificultad para sentir.
  • Aislamiento, irritabilidad o desregulación emocional.
  • Somatizaciones o síntomas físicos prolongados.

¿Cómo se acompaña este tipo de duelo?

El abordaje del duelo traumático requiere espacios seguros y profesionales especializados, que no solo validen el dolor sino que también trabajen con los efectos del trauma. No se trata solo de “pasar página”, sino de reconstruir el vínculo con el fallecido, resignificar lo ocurrido y reparar el impacto emocional.

La terapia especializada en trauma, como la EMDR, el enfoque sensoriomotor o la terapia narrativa, puede ser de gran ayuda en estos casos. También lo es el acompañamiento psicoeducativo y grupal, especialmente en contextos compartidos de duelo (como suicidios o accidentes colectivos).

Porque el tiempo no lo cura todo

El tiempo por sí solo no es suficiente para sanar un duelo traumático. Se necesita comprensión, acompañamiento y, sobre todo, una intervención respetuosa que honre la historia de la persona y su dolor. No estás solo/a. Hay formas de transitar este tipo de duelo con apoyo, sentido y esperanza.